Un triple sol se vislumbra a través de las nubes perforadas
Por haces de rayos triangulares
Parecidos a ígneas espadas
Que atraviesan cúmulos, atmósfera y cielo;
El sol irrumpe con su bronce en mano
Rompiendo tempranamente el alba,
Sometiéndola, conquistándola,
Tiñendo los cielos con ocres y naranjas…
El Imperio del Sol cuenta una historia similar:
En la tierra del Cápac Inca
Las andas del soberano son llevadas
Por multitudes de sirvientes y soldados
Que rinden honores y pleitesia al hijo del sol;
El Cápac Ñan es recorrido de sur a norte,
De oeste a este, desde el Cuzco,
El Inca domina el Tahuantinsuyo,
Tierra fértil y formidable,
Cuyas titánicas montañas
Vestidas de roca pintadas con multitud de colores
Se alzan hacia indómitas y níveas alturas
Dibujadas por las alas del cóndor;
Los andes dividen mares geológicos:
A su diestra duermen valles, desiertos dorados, cochas
interminables,
A su siniestra se extienden verdes infinitos y amarus
fecundos;
La majestuosidad del Imperio
Se construye con piedras, barro, oro;
Se erigen templos, fortalezas, llactas,
Se pregonan historias grandiosas,
Las epopeyas son cantadas para inmortalizar
Glorias y maravillas inimaginadas…
Las andas del Cápac Inca recorren un camino hermoso
Y florido, vestido de arco iris,
Que se extiende delante de él…
Pero detrás del séquito solemne
Que retumba la tierra a su paso
El camino hollado
Deja una estela de hierba pisoteada,
Una nube de polvo escarnecido por los pies del hijo del sol;
Son los pueblos sometidos en las guerras,
Son las rebeliones castigadas con violencia;
Masacres y escarmientos, torturas y humillaciones
Pavimentan los caminos del Imperio;
Las espadas del sol acuchillan el alba de los pueblos
Y los pueblos se someten y desangran,
Pactan alianzas o se humillan ante el poderoso Inca que
domina;
Hay una gloriosa historia con una estela de cadáveres
Frutos de la conquista, del exterminio, de las luchas por
el poder;
Pieles de desollados sirven para los nuevos tambores de
guerra,
Las victorias Incas se celebran bebiendo chicha en copas
de huesos,
En cráneos de caciques bañados en oro;
Los aplastados por el gran señor
Son dejados ciegos, expuestos al hambre o la sed,
Son desarraigados de sus tierras, esclavizados;
El hijo del sol en su ira incendia pueblos, consume dignidades,
Reduciendo a cenizas la libertad.
La historia del Imperio del Sol canta grandezas y glorias
Que se tiñen con los ocres y naranjas
De las etnias que la espada luminosa
Somete,
conquista y desangra.
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