Entre los ríos Morona y
Tigre,
En la provincia de Alto
Amazonas
Viven antiguas culturas y
personas
De espíritu sabio y
alegre
Narran los achuales una
historia
Que los ancianos les contaron
Y que de muy niños
escucharon
Como verdadera y de ellos propia…
Hubo una época triste,
agria,
Cuando la gente pasaba
hambre
Y de lo poco que cultivaba
el hombre
Solo cosechaban yuca
verde;
El tiempo era malo, muy
rebelde,
Cundía el desánimo, la
incertidumbre
Una familia en su chacra
sembraba
Muchos tallitos de yuca
silvestre
Para poder comer y llenar
el vientre
Con la raíz que apenas
verdeaba;
El esposo que trabajaba y
trabajaba
Por tener el necesario
alimento
Se llenó de profundo abatimiento
Por tanto esfuerzo y el
fruto escaso,
Vio en la chacra todo su
fracaso
Y así balbuceo decepcionado
y violento:
-¡Estoy cansado de doblar
la espalda,
Dedico en vano mi tiempo y
esfuerzo,
Me largo ha relajar el
pescuezo
Y a distraerme por la
quebrada;
Tú, mujer ¡qué haces
callada!,
Apúrate y masca toda esa
yuca,
La lentitud al hogar
perjudica,
Quiero el masato
fermentado
Para emborracharme
y estar relajado
Cuando vuelva de aquí
cerca!
Se marchó el hombre
enojado
Y la mujer se vino en
llanto
Pues grande fue su
quebranto
Por como le habían
hablado;
Tomó a su hija y caminando
Se fue a pescar quebrada
arriba;
Estuvo pensando,
reflexiva,
Como contentar a su esposo
Para que se ponga animoso
Y no se esté a la
ofensiva
Por la orilla andaba la
mujer,
Y en el río vio cáscaras
que flotaban,
Eran de yucas que bien
maduraban,
Que venían de otra chacra
al parecer;
Las mujeres decidieron ir a
conocer
En donde había tan buena
cosecha,
Fueron río arriba por la
margen derecha,
Y anduvieron un largo camino
Hacia un despejado terreno
Cerca de una playa limpia
y estrecha
En aquel lugar vivía otra
mujer,
Nuncui la llamaba toda la
gente
Quien cosechando vivía
felizmente
Con su hija pequeña, la
postrer;
La recién llegada no podía
comprender
Como allí había tanto
alimento:
Yuca, sachapapa, pituca, plátano suculento,
Mientras que ella y su
familia no podían
Tener nada de lo que en
esa tierra tenían
Y que les hubiera traído
contentamiento
La mujer asombrada a
Nuncui le dijo:
- ¿Cómo es posible que
tengas tanto?
Llámame a la comida con
algún encanto
Y quítale a mi esposo todo
su enojo;
Nuncui, pensativa, movió
el entrecejo,
Y le dijo: -
llévate a mi hija un rato
No la maltrates, trátala
con recato,
Que mi pequeña a la yuca
llamará
Y en tu chacra abundante
crecerá
Si la cuidas y le das buen
trato -
La mujer tomó a la niña de
la mano
Y a Nuncui, su madre, le
prometió
Que cuidaría de su hijita,
y le juró
Que la retornaría a casa
temprano;
Caminaron de regreso por
el secano
Y llegaron a la chacra
improductiva;
La mujer habló a la niña cual
madre afectiva:
- Llámame a la buena yuca
-,
Y la niña dijo: - ¡que
venga buena yuca! -
Y la yuca brotó grande y
fruitiva
Después la mujer pidió que
vengan plátanos,
Y la niña a los distintos
plátanos llamó
Y toda musa herbácea de
pulpa se llenó
Con verdes, amarillos,
ricos bananos;
La niña llamaba y crecían
frutos buenos,
Pues la mujer sencilla y
afable pedía
Y hasta el masato sin
mucho trabajo hervía
De lo rápido que se había
fermentado
En la tinaja vieja de
barro curado
Que para preparar aquella
bebida servía
Al rato llegó de su paseo el
esposo
Y desconcertado inquirió
presto:
- ¡Mujer! ¿cómo has hecho
todo esto?,
Los frutos, el masato; ¡es
asombroso! -;
La mujer respondió en tono
calmoso:
- Nuncui me dio a su hija
y la he traído,
Ella llama a las cosas y
así han venido,
Ya es hora de llevarla de
regreso a casa
De su madre que nos la
prestó generosa,
Partiremos después de que
haya comido-.
Los esposos fueron un
momento a pescar
Dejando a la niñita junto
con otros niños;
Pero eran maliciosos los
inquietos pequeños
Pues a la hija de Nuncui
querían molestar;
Se acercaron a ella como
queriendo jugar
Y le tiraron en los ojos
mucha ceniza
Que le produjo ardor; con
la vista rojiza
La pequeña de dolor se
puso a llorar
Mientras que los niños
comenzaron a gritar
Haciendo una ronda muertos
de risa
Uno de los niños a la
niñita le dijo:
- Hija de Nuncui ¡llama
al otorongo! -,
Y la pequeña dijo: - ¡que
venga el otorongo! -,
En eso salió un jaguar de
su escondrijo
Y todos gritaron ante el gran gato viejo
Que se fue rugiendo selva
adentro;
Después otro niño grito
diciendo:
- Hija de Nuncui ¡llama a
las víboras! -,
Y la pequeña dijo: - ¡que
venga las víboras! -,
Y las serpientes vinieron
a su encuentro
Todos los niños huyeron
chillando
Mientras la pequeña seguía
llorando
Por el ardor que le estaba
quemando
Los lagrimosos ojitos que
se fueron cerrando;
La niñita quería irse y
estuvo cantando:
- ¡Caña de guayaquil,
llévame de aquí,
Caña de guayaquil, sácame
de aquí! -,
Y la caña hacia la niña se
fue inclinando
Quien se agarró de sus
ramas temblando
Y la caña levantándose la
saco de allí
Después de haber pasado un
tiempo
Los esposos de pescar
volvieron,
Se asustaron cuando a la
niña vieron
En lo alto de la caña
sacudida al viento;
Fue entonces grande su
afligimiento
Que a los niños en seguida
preguntaron:
- ¿Qué ha pasado?-; ellos
contestaron:
- La niña se molestó con
nosotros y se fue,
No sabemos nada más ni
porque -,
Y en seguida, mirándose, todos callaron.
Cuando a la pequeña
voltearon a ver
La caña y la niña se
habían convertido
En una gran loma que había crecido
Y que se llenó de colores al
reverdecer;
Ya se veían los arreboles
del atardecer
Y aquellos esposos
muy entristecidos
Quedaron por no haber sido comedidos
En cuidar a la pequeña
que les llamaba
A los buenos frutos que
les entregaba
Y así muy tristes
lloraron doloridos...
Obra con registro de propiedad intelectual
Créditos
Música:Anjey_Satori_-_Forest_Surround
Imágenes tomadas desde:
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http://mw2.google.com/mw-panoramio/photos/medium/13655199.jpg
Basado en el cuento de la
etnia achual “La mujer llamada Nuncui”
Cuento “La mujer llamada
Nuncui”. 2008. En: Cuentos folklóricos de los achual. Instituto Lingüístico de
Verano. Lima, Perú.
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