lunes, 10 de septiembre de 2012

Las manchas del Jaguar


Cuenta una antigua leyenda
Que hace mucho tiempo
Un espíritu sin cuerpo
Vagaba de senda en senda

Con la selva como casa,
En los árboles dormía
Y desde lo alto veía
A criaturas curiosas
Que marchaban presurosas
Por las rutas de la vida,
Buscaban todas comida,
Buscaban todas descanso
En algún quieto remanso
Donde quedarse dormidas

De pronto un buen día
Apareció una extraña raza
Bípeda que daba caza
A criaturas que comía;
El espíritu que se escondía
Decidió que él quería
Saber donde moraban
Los seres que caminaban
Con sus flechas y sus lanzas
Que en sus diarias andanzas
A los animales mataban

El espíritu silencioso
Fue siguiéndoles al acecho,
Caminando un largo trecho
Llegó a un lugar espacioso
Donde observó muy curioso
Construcciones de madera
Y de paja las que eran
Llamadas por todos malocas,
Eran muchas y no pocas
Las casas en que ellos vivieran

Aguardó a que el sol durmiera
Y el espíritu furtivo
Planeaba pensativo
Como entrar sin que supieran
Aquellos a los que siguiera,
Después de una larga espera
Descendió desde un gran árbol
Hacía el centro de la plaza
Y observó que en una casa
Llameaba la luz de un farol

Se acercó con gran cautela,
Se asomó por la entrada
Y observó como sentada
Una mujer en vela
Avivaba una candela
Que la casa iluminaba,
Era bella y fumaba
Una hierba misteriosa,
¡Parecía una diosa
Y el espíritu temblaba!

La belleza de aquel cuerpo
De hermosura indescriptible
Deslumbró al invisible
Que se quedó largo tiempo
Atrapado en el gran cepo
De la pasión que sentía
Y que en su interior hervía
Como el calor de una fragua
Que ni un río lleno de agua
Su arrebato enfriaría

La mujer se decoraba
Con los tintes naturales
De las más originales
Figuras que imaginaba;
En su arte dibujaba
Sobre el lienzo de la piel
Filigranas de joyel
Que a la vista deslumbraban
Y al fantasma hipnotizaban
Como perverso luzbel

El espíritu cautivo
Se acercó por la espalda
A la mujer que desnuda
Era un bocado lascivo
Y de un salto sorpresivo
Se lanzó sobre la bella
Quien como una centella
Se arrojó hacia un costado
Evitando que el osado
Espíritu la poseyera

Se inició una gran pelea
Que enfrentó a la mujer
Con aquel extraño ser
A quien pronto descubriera
Por ser ella una hechicera
Que todo podía ver;
En la lucha la mujer
Impregnó todos sus dedos
Con los tintes poseídos
De un extraño poder

Cerca del amanecer
El espectro se arrojaba
Sobre el cuerpo al que trataba
De tomar y someter,
De pronto sintió el arder
Que los dedos le dejaban
Cuando firmes le tocaban
Las manos que habilmente
Como ataque de serpiente
La guerrera le lanzaba

Al sentirse mortecino
Por el hechizo dañino
El fantasma afligido
Escapo despavorido
Y soltando un gran rugido
Se convirtió en un felino
Que en jaguar así devino
Con mil manchas en el pelo
Que le marco en aquel duelo
La misteriosa mujer
Quien así logró vencer
Al que acechó su desvelo

Obra con registro de propiedad intelectual

Créditos
Música: Xcyril_-_Introduction_premier_theme
Imágenes tomadas desde: 
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgxFbDHtkSNQgpCuordIj-yW__LRl3iaykxi4_u0H4dM90Sq9o2tWd6yibKxHeIc15QRNdVniNg-vccQhpkf8BHm4Uj0oAWu8L3euUTMGOcMYx30YdR9_PFZMP5KpDrLn1oYS46x04gKxY/s320/Chica+de+la+Selva.jpg
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