Pequeño mío,
caótico orden de mi
universo,
por ti vivo alerta para
detectar y reparar la anarquía que nos rodea;
Manitos de bulliciosas
armonías,
manitos trazadas con el
pincel que pintó las mías,
que me enseñan la
elegancia, la eficiencia en la restauración y el arreglo;
Tu vida se prolonga,
florece en la cuna tibia y sólida,
en la firme estabilidad
del amor que desase el confuso desamor que nos amenaza;
Pequeño mío, crecerás y
creceré contigo
y aprenderemos a
adaptarnos, tomados de la mano,
a los vaivenes de las
olas,
a las llanuras o las
montañas,
a las brisas o los
huracanes,
al frío de las noches o el
calor del mediodía;
seremos como el agua
que ahora es nube, y
después lluvia, y después nieve,
y laguna, río, océano…
Seremos todo eso sin dejar
de ser agua;
Tu vida es fuerza poderosa
en pequeño cuerpo de niño
que guarda celosamente el
secreto
de la sinfonía magistral…
Tan sutiles y silenciosos
son los desafíos
que te acechan, que
podrían destruirte
con cambios en el orden de
las letras del abecedario de la vida
convirtiendo al Amor en
Roma –bestia de acero, devoradora de carne-;
Sin embargo,
tan obstinado eres
que te sobrepones a
cualquier permuta
cuando tu manito puede
abrazar mi dedo
y mi desvelo se acuesta al
lado de tus sueños
para cuidarte en silencio
A ti que me acompañas aunque no te vea, Ya vez...
A mi padre, el árbol que me nutrió con su savia...
Obra con registro de propiedad intelectual
Ir a descargar
Créditos
Música: Roger Subirana Mata - A piece of heaven
No hay comentarios:
Publicar un comentario